En un mundo en constante cambio e incertidumbre es indispensable disponer de información que nos permita tomar las decisiones adecuadas en seguridad y salud.
Hablaremos hoy de una categorización concreta en cuanto a indicadores: La de los indicadores de progreso, positivos, predictivos o proactivos (leading indicators) y de indicadores tardíos, negativos o reactivos (lagging indicators).
Los tardíos hacen referencia a sucesos pasados y al fracaso de la actividad preventiva, principalmente incidentes y accidentes.
Ejemplo: índice de frecuencia (de accidentes leves, graves, muy graves o mortales), índice de gravedad de las lesiones, índice de incidencia (accidentes con baja, sin baja, con tratamiento médico, enfermedades profesionales…), de duración media de la baja (horas o días perdidos, jornadas perdidas por absentismo), número de quejas de los trabajadores sobre condiciones de trabajo, número de desviaciones detectadas en inspecciones, auditorías, número o gravedad de los casi accidentes (near-misses)…
Los indicadores sobre lesiones o enfermedades presentan algunos sesgos, fundamentalmente porque reflejan consecuencias y no causas, que es interesante conocer:
– Cuando se pone todo el peso en estos indicadores, especialmente si se relacionan con reconocimientos o bonos, se tiende a la infradeclaración o falta de registro para mantener el dato y por ello el conservar el premio.
– Las lesiones son una cuestión de probabilidades, por lo que un índice bajo no siempre lleva aparejado un control de los riesgos adecuado. Y, a veces, puede conducir a la autocomplacencia.
– Los índices no reflejan necesariamente el potencial de gravedad de un evento. Una caída puede acabar en un esguince de tobillo o en una lesión invalidante. Tampoco ayudan a predecir eventos de otra índole: por ejemplo, los datos sobre resbalones o tropezones no ayudan a prevenir accidentes mayores: escapes, derrumbamientos…
Los de progreso, por su parte, proporcionan información sobre el seguimiento de la actividad y el esfuerzo preventivo y ayudan a predecir o anticipar resultados o sucesos futuros, permitiendo la toma de medidas antes de que estos se materialicen.
Esta parece ser la tendencia de los nuevos enfoques de la gestión de seguridad y salud en la que el eje central es la medición del esfuerzo preventivo continuado que garantizaría (siempre en términos de probabilidad) la sostenibilidad del sistema preventivo; es decir, sería una prueba de que sus buenos resultados no son fruto de una casualidad sino de contar con un sistema de gestión preventiva que funciona de manera eficaz y sostenible.
Ejemplo: % de medidas preventivas implantadas frente a las identificadas, % de simulacros planeados frente a los efectivamente realizados, % de reducción del nivel de riesgo, índice de vulnerabilidad de cumplimiento legal, número de desviaciones detectadas en procesos de revisión (auditorías, inspecciones, etc.), % de acciones cerradas en plazo y conforme, tiempo promedio en el cierre de acciones…
En PrevenControl apostamos principalmente por los leading indicators, pero es interesante no dejar de mirar los indicadores de resultado y por tanto disponer de un cuadro de mando con una buena combinación de los mismos. Para ello es fundamental disponer de una herramienta informática como Smart OSH que facilite la creación de un cuadro de mando totalmente personalizado y adaptado a cada organización.
¿Y vosotros, por qué tipo de indicadores optais?
Fuente: Guía práctica de utilización de indicadores en SST de PrevenControl para OPRL Foment del Treball